El tratamiento consiste en la microinyección de pequeñas dosis de Toxina Botulínica directamente en los músculos faciales que causan las líneas y arrugas persistentes, con la consiguiente relajación prolongada de estos.

El BOTOX permite rejuvenecer el aspecto general de las zonas tratadas, sin perder expresividad.

El efecto de la toxina botulínica se aprecia transcurridos los primeros 3-4 días, cuando la musculatura facial de la zona comienza a relajarse, suavizando contorno y las líneas faciales.

Los resultados con toxina botulínica duran entre 4 y 6 meses, y sus resultados son temporales. La toxina botulínica no elimina definitivamente las arrugas, ni borrar los signos de fatiga o envejecimiento para siempre.

A medida que pasa el tiempo la toxina botulínica inyectada se irá degradando progresivamente. La duración, antes de esta degradación, depende fundamentalmente de las características del paciente

1. Actividad muscular facial;
2. edad;
3. sexo;
4. exposición al sol;
5. humo;
6. capacidad antioxidante endógena.

Si discontinua la terapia, las líneas volverán a aparecer, en forma gradual, hasta alcanzar la misma apariencia que tenían antes de iniciar el tratamiento.

La repetición del tratamiento va prolongando su efecto de modo que las arrugas, cuando reaparecen, son cada vez menos notorias y se pueden espaciar las sesiones.